Comer siempre bien
La Alimentación de la persona activa
Manuel E. Piza
El tejido Graso o adiposo
Las Complejas Funciones del tejido graso
No cabe la menor duda que el tejido graso o adiposo juega un rol fundamental en la vida de los animales superiores, entre ellos el ser humano.
En algunos animales como el oso polar o pardo la grasa es la forma en la que ellos almacenan alimento para sobrevivir los largos inviernos en que se recluyen a las cuevas sin ingerir nada por varios meses. En otros como las ballenas, la grasa es la fuente principal de alimento para las crías que crecen una velocidad increíble alcanzando hasta tres veces su peso al nacer en menos de un año.
En los humanos, por el contrario, dado el grado de “civilización” que hemos alcanzado, la grasa se ha convertido en “algo indeseable” y una de las fuentes de enfermedad más importantes, sobre todo cuando se acumula alrededor de la cintura o de las vísceras del tórax (especialmente del corazón) y del abdomen (hígado, riñones, omento o epiplón y otros).
La acumulación de grasa corporal se ha vuelto la epidemia o pandemia del siglo XXI. tenemos más de dos mil millones de personas son sobrepeso en el mundo y de esas al menos trescientos millones tienen obesidad manifiesta.
El exceso de peso se ha relacionado con incremento en enfermedades como hipertensión arterial, síndrome metabólico, cáncer de mama y de colon, hígado graso y cirrosis, enfermedades del corazón, aparte de las causadas por el mismo peso como la artrosis y artritis degenerativa de las caderas, rodillas, tobillos y columna vertebral.
La complejidad y funciones del tejido adiposo apenas comienzan a comprenderse puesto que no se trata solamente de una bodega de reservas, sino un complejo órgano endocrino integrado al sistema general del cuerpo y con relaciones complejísimas con todos los otros sistemas corporales. Sabemos que el tejido adiposo produce y emite hormonas que controlan o regulan el apetito (al menos en condiciones normales porque cuando se pierde el control ya el cerebro y el resto del cuerpo no obedece a dichas señales). Asimismo sabemos que la grasa no está localizada allí «DE POR VIDA» y que constantemente está destruyéndose y construyéndose de nuevo y que, al cabo de un año, todo el tejido graso que tenemos en el cuerpo ha sido «RECICLADO» totalmente.
Tejido adiposo blanco
En el ser humano se han descrito dos tipos de tejidos grasos. Uno de color blanco, el más abundante (representa en condiciones normales y en promedio el 10% del peso corporal total pero puede llegar hasta el 60%) con células que tienen la doble función de acumular grasas como reserva para asegurar el normal funcionamiento de las necesidades calóricas, y al mismo tiempo envolver diferentes órganos y tejidos, para mantenerlos a una temperatura adecuada para su normal función.
Tejido adiposo pardo
El otro tejido adiposo es el de color pardo (tejido adiposo marrón) que de encuentra en menor proporción que el anterior y cuya función es generar calor, quemando directamente los substratos. Siendo que es incapaz de acumular grasa.
Frente al alarmante incremento de la obesidad, que se ha observado en las últimas décadas, los investigadores se han interesado estudiar el otro tipo de células grasas, «las células de grasa parda», ya que ellas tienen la particularidad de quemar grasas, y no de acumularlas.
A pesar de que su existencia se conoce desde hace mucho tiempo, sólo recientemente se comienza a estudiar en detalle, dado que se podría utilizar esa propiedad de quemar grasa en casos de su acumulación excesiva y obesidad.
El tejido adiposo pardo es rico en un tipo especial de mitocondrias conocidas como “desacopladas”, las cuales generan más calor y almacenan menos ATP (molécula que atrapa la energía en las células) que la mitocondria normal.Solamente en el año 2007 fue que se descubrió en Suecia la existencia de tejido adiposo pardo en los seres humanos adultos. Anteriormente se sabía que existía en los niños menores de 3 años |
La necesidad de almacenar grasas de reserva en el organismo corresponde a los tiempos ancestrales cuando la disponibilidad de alimento era insegura, y eran frecuentes y largos los períodos de hambrunas. Almacenar energía en el organismo era una necesidad de supervivencia en los tiempos en que el hombre primitivo deambulaba en las estepas recolectando alimentos o cazando con grandes dificultades y en forma infrecuente.
La evolución y el desarrollo de la inteligencia y la acumulación de conocimientos, en un tiempo evolutivo corto, ha cambiado el medio ambiente hasta llegar a un mundo que ya no es natural como el presente. En nuestra sociedad moderna las hambrunas han desaparecido y es la regla el acceso fácil y abundante al alimento.
Para bien o para mal, las mutaciones genéticas adaptativas se producen en otra dimensión del tiempo, por lo que no es esperable que se establezcan adaptaciones a las nuevas realidades que no necesitan de tantas reservas y ello ha llevado a un acúmulo excesivo de energía en forma de grasa en una buena cantidad de los seres humanos.
Esta pandemia de obesidad está afectando también a nuestros animales domésticos y se calcula que en los Estados Unidos solamente, hay más de un millón de perros obesos y diabéticos y otra cantidad de gatos en las mismas condiciones.
Definitivamente hemos hecho de la alimentación un «DESASTRE NATURAL DE PROPORCIONES UNIVERSALES» .
Cómo el ejercicio retrasa el envejecimiento?
La IRISINA (una hormona recién descubierta)
La irisina (de la diosa griega iris) es una hormona que aumenta durante el ejercicio y posee la capacidad de generar calor, debido a que puede convertir tejido adiposo blanco (unilocular) en tejido adiposo pardo (multilocular).
En el año 2012 en la revista Nature, el doctor Pontus Bostrom científico de la universidad de Göterborg en Suecia y colaboradores publican un estudio que resumen las experiencias de su grupo en este sentido.
Un grupo de investigadores de Inglaterra demuestra también que la liberación de esta hormona, durante y después de hacer ejercicio físico, promueve que el tejido adiposo queme las calorías en vez de acumularlas y estimula la conversión de tejido adiposo blanco en el pardo.
Esto produce un incremento en el ritmo metabólico de la persona y tiene un efecto potencial anti-obesidad. Para el estudio inglés se utilizaron 81 personas sanas sin obesidad y se encontró que los que tenían niveles más altos de IRISINA tenían también los «TELÓMEROS» o sea las secuencias del ADN al final de los cromosomas más largos. Esos telómeros son los que regulan la división y multiplicación celular ye evitan que que los cromosomas se degeneren, todo lo cual puede prevenir el envejecimiento celular, el cáncer y otras enfermedades degenerativas. Esta es la primera vez que se demuestra científicamente el efecto protector del ejercicio físico en relación con la prolongación de la vida y sobre todo con la conservación por más tiempo de características de juventud y la eliminación de riesgos de cáncer y otras enfermedades inflamatorias como la arteriosclerosis y enfermedades del corazón.